Transparencia en experimentación animal quiere decir, también, explicar, anualmente, cuántos animales se utilizan en experimentación en nuestro país, qué especies se usan y para qué, cuál es la finalidad de estos experimentos. Esto es esencial para entender la relevancia de todos estos experimentos y poder justificar su uso ante la sociedad. Una utilización que se realiza con un respeto escrupuloso a la estricta legislación que regula la protección de los animales utilizados en investigación y docencia.
El acuerdo COSCE por la Transparencia en Experimentación Animal, que lanzamos en 2016 y al que se han adherido ya 143 instituciones, incorpora cuatro compromisos muy claros:
- Hablar con claridad sobre cuándo, cómo y por qué se usan animales en investigación
- Proporcionar información adecuada a los medios de comunicación y al público en general sobre las condiciones en las que se realiza la investigación que requiere el uso de modelos animales y los resultados que de ella se obtienen
- Promover iniciativas que generen un mayor conocimiento y comprensión en la sociedad sobre el uso de animales en investigación científica
- Informar anualmente sobre el progreso y compartir experiencias
Por eso creo que es importante usar todos los canales de comunicación que tengamos a nuestro alcance para distribuir y comentar la información oficial que sobre el uso de animales en experimentación en España publican anualmente nuestras autoridades, a través del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). En este blog y en otros foros ya he publicado anteriores entradas sobre el acuerdo de transparencia, y sobre el uso de animales destinados a experimentación en nuestro país. Y, cada año, actualizo una presentación que analiza los datos históricos disponibles oficialmente, desde 2009, hasta la actualidad, para que todo el mundo pueda comparar la evolución anual de todas estas cifras.
La experimentación animal sigue siendo necesaria, insubstituible todavía en muchos casos, para investigar sobre temas de salud humana y animal, para avanzar en nuestro conocimientos de las enfermedades que nos afectan, como por ejemplo la pandemia COVID-19 causada por el coronavirus SARS-CoV-2. Existen métodos alternativos que nos permiten, en algunos casos, dejar de usar animales y abordar los experimentos de forma distinta. Cuando estos métodos están validados científicamente entonces es nuestro deber (y nuestra obligación legal) como investigadores, usarlos. Mientras no existan deberemos seguir usando, con responsabilidad, los animales en todos los experimentos en los que su papel sea esencial, irremplazable.
Hace unos días, el MAPA publicó los últimos datos oficiales de usos de animales en España durante 2019, en las que se indica que faltan algunos datos de una de las Comunidades Autónomas: Castilla y León. Teniendo en cuenta esta circunstancia, los datos publicados refieren 817.742 usos de animales para 2019, algunos menos (-2,2%) de los reportados para 2018: 836.096. Es decir, se registran alrededor de ochocientos mil usos de animales en España anualmente. Bastantes menos de los que se usaban hace algunos años, como aparece en la gráfica adjunta. Hasta en un 42% ha disminuido el uso de animales desde 2009, cuando las cifras superaban los 1.400.000 animales. Por lo tanto, el principio de las 3Rs (Reemplazo, Reducción y Refinamiento) que preside toda la normativa de bienestar animal se está cumpliendo y vamos progresando y reduciendo el uso de animales en experimentación hasta conseguir, cuando sea científicamente posible, dejar de usar animales, como indican nuestro RD53/2013 y la Directiva Europea 2010/63/UE.
Podemos preguntarnos a qué se destinan los animales que se usan en España en experimentación. Las cifras son muy claras en este aspecto. Mayoritariamente (86%) se destinan a investigación científica, seguidos de usos reglamentarios, en docencia y otros usos, en porcentajes mucho menores. Este dato es importante resaltarlo. La observación atenta de estos datos desde 2009 nos indica que la finalidad de investigación ha sido siempre la mayoritaria, alrededor del 80%, con ligeras variaciones anuales.
¿Qué tipo de animales se usan preferentemente? Efectivamente la mayor parte de animales que se usan son roedores (63,5%), seguido de peces (17,3%), y aves (12,4%). Y, dentro de los roedores, la especie principal es el ratón. Se registraron 460.761 usos de ratones (56,4%) durante 2019. Más de la mitad de los animales que se usan en experimentación son ratones. Tras estos tres grupos de especies aparecen otras varias cuyo uso es importante pero muy alejado de esos porcentajes. Durante 2019 se usaron 20.586 conejos (2,52%), 9.410 cerdos (1,15%), 2.261 ovejas (0,28%) y 1.155 vacas (0,14%). El uso de otras especies es muy inferior, y así hay que resaltarlo, pues se refieren a especies que generan una mayor empatía por la sociedad. Su uso está muy restringido y reducido a los experimentos que requieren específicamente el uso de estas especies. Durante 2019 se usaron 542 gatos (0,07%), 1463 perros (0,18%), 348 cabras (0,04%), 281 équidos (0,03%) y 229 primates no humanos (0,03%).
Tras la publicación de la Directiva Europea 2010/63/EU y su trasposición a la legislación española en forma de RD53/2013 aparecieron nuevas categorías de datos informativos que los investigadores teníamos que registrar, para trasladar a la sociedad el nivel de daño, de alteración del bienestar animal causado por nuestras experimentaciones. Se consideran cuatro categorías de daño, según la severidad: sin recuperación (los animales se anestesian para una intervención quirúrgica, durante la cual tiene lugar la experimentación, y ya no despiertan, procediéndose a la eutanasia de los mismos al finalizar la cirugía), leve (el daño infligido a los animales es leve, por ejemplo una inyección de un medicamento por vía intraperitoneal), moderado (el daño infligido a los animales es moderado, por ejemplo una cirugía con anestesia general y recuperación posterior del animal) y severo (el daño infligido a los animales que requiere la experimentación es importante, por ejemplo ayunos importantes, inmovilización durante largo tiempo o experimentos encaminados a evaluar la capacidad analgésica de medicamentos experimentales, en los que es necesario infligir dolor para poder analizar la supresión del mismo por el fármaco).
El análisis de la severidad de los procedimientos utilizados nos dice que, en su gran mayoría (86%), los procedimientos tienen una severidad LEVE o MODERADA, y son relativamente muchos menos (7%) los usos de animales que inevitablemente están asociados a una severidad importante. Estos porcentajes se han mantenido relativamente invariables desde 2014.
Finalmente, en la presentación que recoge todos estos datos de forma gráfica, analizo la evolución de uso de cada una de las especies, o grupos de especies, desde 2009 hasta 2019. En general, los usos mayoritarios se mantienen a lo largo de los años, pero existen variaciones relativas al año anterior (2018) que pueden ser muy importantes (aunque en términos absolutos involucren un número muy reducido de animales). Esta gráfica final resume todas estas variaciones. En relación a 2018, los usos de animales en 2019 recogen las siguientes variaciones: ha aumentado significativamente (>50%) el uso de équidos (caballos, burros), gatos, reptiles y cefalópodos (pulpos, sepias, calamares). Se ha reducido significativamente (-43,18%) el uso de primates no humanos. Y el resto de variaciones oscilan alrededor de +/-25% o menos. Por ejemplo, se registra un 10,76% menos de roedores o un 21,50% menos de cerdos, entre otros.
Este ejercicio de transparencia en experimentación animal sirve para que toda la sociedad conozca, con exactitud y con datos oficiales, los usos de animales que tienen lugar en España cada año, su finalidad y las especies utilizadas, entre otros muchos datos que recoge el informe estadístico que publica anualmente el MAPA.
muy buena information
la mejor info 😉
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