
La empresa Colossal Biosciences, en la que participa el investigador George Church (Universidad de Harvard), no deja de producir titulares espectaculares cada cierto tiempo. Cuando todavía no nos hemos recuperado de la sorpresa que nos produjo descubrir unos ratoncitos fascinantes, con algunas características genéticas descubiertas en el genoma del mamut lanudo, unos increíbles ratones lanudos, ahora nos presentan unos cachorros de lobo de blanco pelaje y gran porte y nos dicen que son los resultados más recientes de su proyecto de desextinción del lobo gigante (Aenocyon dirus), que habitó norteamérica desde hace 125.000 años y se extinguió hace unos 10.000/13.000 años. Esta es una especie distinta a la de los otros cánidos que, a diferencia de los lobos grises actuales y de los chacales, no parece que hibridará con ellos a lo largo de sus casi cien mil años de existencia. Estos lobos de gran tamaño podían llegar a pesar 70 kg y medir un metro de altura y 1,8 metros de largo. Tenían más musculatura, dientes más largos y mayor altura que el lobo gris, lo que les permitía cazar otros animales también de gran tamaño, de los cuales se alimentaban. Fueron unos grandes depredadores que, al empezar a escasear sus presas, habitualmente herbívoros, debido a múltiples razones (entre ellas el cambio climático y la caza por parte de los humanos) acabaron extinguiéndose.
Las imágenes de dos cachorros de cinco meses de unos lobos blancos imponentes (llamados Romulus y Remus, nacidos el 1 de octubre de 2024), y luego un tercero llamado Khalessi (nacido el 30 de enero de 2025), distribuidas por la empresa no parecen dejar lugar a dudas: Colossal ha desextinguido el lobo gigante. Algunos medios citan incluso que se trata de la primera desextinción de un animal extinto. ¿Es realmente así? Para responder a estas preguntas adecuadamente debemos entender las diversas tecnologías que dominan y aplican magistralmente los científicos de Colossal.
Desde 1997, con la aparición de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de células adultas, los investigadores saben obtener un animal completo a partir del núcleo de una célula de cualquier tejido de otro animal, que se introduce en un óvulo no fecundado (y vaciado de su material genético nuclear) de la misma especie o de alguna otra especie relacionada evolutivamente. Y el embrión reconstruido resultante debe gestarse en una hembra de la misma especie o de una especie próxima, relacionada evolutivamente, (lo cual sigue siendo una de las principales limitaciones técnicas del proceso). Este procedimiento, denominado técnicamente transferencia nuclear de células somática (SCNT, por sus siglas en inglés) se ha popularizado con la palabra «clonación» y ha servido para clonar desde ovejas a dos especies de primates no humanos, el macaco cangrejero y el mono rhesus. En particular ha servido para producir los cerdos que actualmente se utilizan para xenotrasplantes y para clonar mascotas. Este procedimiento también ha servido para rescatar especies a punto de extinguirse, como los caballos de Przewalski, o un muflón, usando células viables de estos animales para obtener núcleos que microinyectar en óvulos de especies relacionadas, la yegua y la oveja, respectivamente. En nuestro país, en Aragón, en en centro de investigación CITA, tuvimos un ejemplo de estos experimentos cuando se intentó en 2003 obtener el bucardo a partir de células obtenidas del último ejemplar de esta cabra pirenáica (Celia) que había fallecido el año 2000. El animal resultante apenas sobrevivió unos minutos tras nacer, por malformaciones en sus pulmones, pero sensu stricto se trató de un intento de desextinción de una especie ya extinta, usando óvulos de cabra como recipientes para reconstruir los embriones.

Todos estos ejemplos de rescate de especies en peligro de extinción o de intentos de desextinción mediante la técnica de clonación tienen en común dos cosas: (1) que hay células viables disponibles de la especie a proteger o desextinguir, y (2) que existe una especie próxima, relacionada evolutivamente, de la que obtener óvulos para reconstruir y gestar posteriormente los embriones reconstruidos.
Sin embargo esto ya no es así en el caso de los mamuts lanudos (que se extinguieron hace 10.000 a 4.000 años) ni en el caso de los lobos gigantes (que se extinguieron hace 13.0000 a 10.000 años). Tanto de mamuts lanudos como de lobos gigantes se han encontrado restos orgánicos relativamente bien preservados por el hielo durante miles de años (mamuts lanudos) o dientes y cráneos (lobos gigantes) a partir de los cuales obtener ADN, el genoma de estas especies extintas. Y entonces necesitamos otra aproximación experimental, pues la técnica de clonación de Dolly solamente ya no nos sirve. Necesitamos incorporar la edición genética mediante las herramientas CRISPR.
Para clonar una especie necesitas núcleos de células de esa especie. Y si no tienes células de esa especie tienes que fabricarlas, o al menos intentarlo, acercándote lo más posible a lo que debió ser una célula de esa especie extinta. ¿Cómo hacerlo? En primer lugar obteniendo el genoma de la especie que quieras desextinguir, a partir de restos orgánicos o de dientes o huesos de esos animales extintos (aquí el límite técnico está alrededor de 2 millones de años, la edad del ADN más antiguo que se ha encontrado en la naturaleza, por eso es imposible desextinguir dinosaurios, que desaparecieron hace 65 millones de años). E intentar que el genoma obtenido sea de la mejor calidad. A continuación debes identificar una especie actual próxima, relacionada evolutivamente con la especie que quieras desextinguir, de la cual se conozca también su genoma. Para el caso del mamut lanudo esta especie es el elefante asiático. En el caso del lobo gigante esta especie es el lobo gris. Una comparativa entre los genomas deducidos de la especie extinta y de la especie actual nos indicará las diferencias genéticas que hay entre ellas.
En el caso del mamut lanudo y el elefante asiático hay más de 1,5 millones de variantes genéticas, que afectan a más de 1.600 genes. A partir de células de elefante asiático en cultivo los investigadores de Colossal se han propuesto la titánica tarea de editar estos miles de genes mediante CRISPR modificando estos genes del elefante asiático para que se parezcan a los que debió tener el mamut lanudo. Esta es una tarea colosal, a la altura del nombre de la empresa, que seguramente les llevará años. Por el camino han encontrado una manera de rentabilizar las enormes capacidades tecnológicas que poseen al decidir editar con CRISPR un número limitado de genes, escogidos (que afectan al color, longitud, grosor y tipo de pelo, entre otras características) del ratón e incorporarles las variantes genéticas encontradas en el mamut lanudo, lo cual dio lugar al nacimiento de los fascinantes ratones lanudos. Cuando consideren que ya han modificado un número suficiente de genes del elefante asiático incorporándoles las variantes genéticas del mamut lanudo entonces se enfrentarán a un problema todavía mayor. Los núcleos de esa célula de elefante asiático editada con CRISPR con las variantes genéticas del mamut lanudo deberán usarlos para reconstruir un embrión, usando óvulos enucleados de una elefanta asiática, y el embrión resultante deberán gestarlo en algún sitio. Seguramente la elefanta asiática no sería adecuada para gestar a un mamut por lo que Colossal deberá desarrollar la tecnología de gestación extrauterina, que ya ha dado sus primeros éxitos en corderos. De cualquiera manera nunca se obtendrá una célula de mamut lanudo, sino una célula de elefante asiático modificada, editada con CRISPR, con el objetivo de que se parezca más a la que debieron tener los mamuts. Por lo tanto, sensu stricto, esta segunda aproximación tecnológica de edición/clonación no desextingue especies extintas sino que genera animales aparentemente similares a los que queremos desextinguir (más similares cuantos más genes que afectan a su apariencia externa seamos capaces de modificar).
En el caso del lobo gigante los investigadores de Colossal Biosciences tampoco disponían de material orgánico pero fueron capaces de leer el genoma del animal extinto a partir de dos muestras óseas, un diente y un huesecillo del oído interno, a partir de restos de estos animales fallecidos hace miles de años. A continuación compararon el genoma del lobo gigante con el del lobo gris actual e identificaron los miles de diferencias genéticas existentes. Los genomas de estas dos especies se parecen al 99,5% (dos seres humanos cualquiera nos parecemos al 99,9%) lo que implica aproximadamente más de 12 millones de variantes genéticas entre esas dos especies de cánidos. De todas ellas los investigadores han seleccionado 14 genes, escogidos (entre ellos el gen LCORL, involucrado en crecimiento y control del tamaño corporal, que también es el responsable del gran tamaño de la raza de perros gran danés), que han pasado a editar sobre células del lobo gris mediante las herramientas CRISPR. Escogieron unas células de la sangre del lobo gris llamadas EPCs (células progenitoras endoteliales) para ser editadas mediante CRISPR. Estas células pueden ser obtenidas directamente a partir de una sencilla extracción de sangre de un lobo gris, sin poner en peligro su vida. Las células resultantes siguen siendo de lobo gris con unas selectas y limitadas modificaciones en genes determinados, trasladando las variaciones genéticas identificadas en el genoma del lobo gigante. Finalmente esas células editadas de lobo gris han aportado sus núcleos en un procedimiento de clonación para reconstruir un embrión a partir de un óvulo enucleado de una perra, y el embrión resultante ha sido gestado por una perra, dando lugar, en varias gestaciones, a tres cachorros de lobo gris con la apariencia externa de un lobo gigante.
Por lo tanto: no. No han desextinguido el lobo gigante. Pero: sí. Sí han obtenido mediante edición/clonación a partir de células de una especie próxima relacionada, el lobo gris, un animal genéticamente editado con una apariencia externa compatible con la del lobo gigante.
Sean o no sean animales desextinguidos (y no lo son) lo cierto es que son animales que poseen algunas de las características de las especies extintas seleccionadas. Y lo cierto también es que Colossal Biosciences ha desarrollado las técnicas de clonación y edición genética hasta límites extraordinarios, optimizando protocolos y obteniendo unas eficiencias y éxitos que no son habituales en el resto de laboratorios. Muy pocos investigadores son capaces de introducir, con éxito, múltiples ediciones en diversos genes del genoma de un mismo individuo, sea un animal o una célula animal en cultivo. Con estas técnicas esta empresa pretende «desextinguir» (siguiendo esquemas parecidos) otros animales extintos, una ave y un marsupial, el dodo y el tilacino (tigre o lobo de Tasmania), que se extinguieron hace 300 o menos de 100 años, respectivamente.
Colossal Biosciences se ha convertido en una fábrica de criaturas imposibles. Cabe preguntarse qué se pretende con todo ello. Cuál es la razón ética subyacente que justifica los intentos de desextinción de estos animales extintos que llevan centenares o miles de años desaparecidos del planeta. ¿Cuál es la responsabilidad que asumimos al traer estas criaturas al medio ambiente actual, distinto del que conocieron? ¿Cuáles son las consecuencias para el ecosistema actual al pretender revitalizar animales parecidos a los que se extinguieron? En definitiva debemos preguntarnos para qué hacemos todos estos experimentos, más allá de para demostrar que técnicamente somos capaces de hacerlos. Colossal y Church proclaman que la desextinción del mamut podría servir para combatir el cambio climático. Para el resto de especies, más allá de la curiosidad e interés de revitalizar unos animales parecidos a unas especies extintas, resulta complicado encontrarles una explicación convincente. Sin embargo Colossal defiende que el desarrollo de todas estas tecnologías, optimizadas gracias a los proyectos de desextinción, puede servir para rescatar y revitalizar muchas otras especies de animales que actualmente están en peligro de extinción.
Una versión resumida y editada de este artículo se ha publicado en The Conversation el 14 de abril de 2025.
Un fantástico artículo, Lluis. Todos deseábamos conocer la verdad sobre este tema, y tú nos la describes de una forma muy didáctica, informativa e ilustrativa. Enhorabuena y muchas gracias!
Muchas gracias Pepe!