
Hoy es 13 de junio, día internacional de sensibilización sobre el albinismo, instituido por Naciones Unidas en 2015. Hoy es el día que dedicamos a recordar esta condición genética poco frecuente, a la que llamamos albinismo, en la que lo relevante es la severa discapacidad visual que tienen las personas con albinismo, más allá de que puedan tener poca, muy poca o nula pigmentación. Esta falta de melanina exige que las personas con albinismo deban protegerse siempre de la radiación solar, lo cual es relativamente sencillo en Europa pero puede ser muy complicado en África.
Hoy en día sabemos que hay 22 tipos distintos de albinismo, causados por mutaciones en otros tantos genes, de los cuales conocemos 21 de ellos y nos queda por conocer uno. Todas las mutaciones genéticas conocidas que causan albinismo son de herencia autosómica recesiva (necesitamos dos copias anómalas de uno de estos genes para manifestar el albinismo), excepto el caso del albinismo ocular de tipo 1 (OA1), cuyo gen mutado viaja en el cromosoma X y por ello decimos que tiene una herencia ligada al sexo. Los varones (XY) son quienes más fácilmente pueden tener OA1 mientras que las mujeres (XX) habitualmente son las que transmiten el albinismo ocular a sus hijos varones, con una probabilidad del 50% en cada embarazo de un niño.
A pesar de los esfuerzos que muchos laboratorios realizamos para diagnosticar genéticamente a las personas con albinismo, lo cierto es que muchas de ellas, la mayoría en nuestro país, no están diagnosticadas. No saben qué gen ni qué mutación es la causante del albinismo con el que conviven desde que nacieron. Desde el CIBERER laboratorios como el nuestro hemos lanzado una iniciativa (albinochip) para intentar diagnosticar genéticamente a cuantas más personas con albinismo españolas sea posible. Aún así los genetistas seguimos siendo incapaces de resolver el diagnóstico genético de aproximadamente el 30% de las personas con albinismo, clínicamente diagnosticadas, pero para las que no encontramos qué gen o mutación son las causantes de esta condición genética congénita. Y esto, a la postre, representa un número importante de personas para las cuales no tenemos respuesta a su pregunta: «Doctor, por qué soy una persona con albinismo?».

Este año acudí al congreso internacional ARVO 2024, un megacongreso con más de 10.000 participantes, una verdadera locura, con 24 sesiones simultáneas que cambiaban cada dos horas, un montón de asistentes de todo el mundo unidos por sus investigaciones o tratamientos en patologías ofltalmológicas. Mervyn Thomas (Universidad de Leicester) organizó un minisimposio sobre albinismo al que invitó a varios expertos en esta condición genética, entre los que me encontraba. Adicionalmente, hubo otros simposios relacionados donde también se habló sobre albinismo, como el que acogió la presentación de Panagiotis I. Sergouniotis (Universidad de Manchester).
La presentación de Panos Sergouniotis fue de las que dejan huella, por ser disruptiva e inesperada. Y, a la vez, por aportar soluciones al problema que he mencionado en párrafos anteriores: seguimos sin poder diagnosticar hasta un 30% de las personas con albinismo. Este investigador de origen griego se dispuso a utilizar datos genéticos del consorcio Genomics England (~100.000 británicos) y de 1.120 personas con albinismo adicionales y se preguntó lo siguiente. Panos seleccionó dos mutaciones características en dos genes distintos: TYR y OCA2, que son capaces de causar albinismo cuando estan en homocigosis (las dos copias mutadas) o en heterocigosis con alguna otra mutación (dos copias mutadas, cada una con una mutación distinta), pero que son incapaces de causar albinismo si solamente aparecen con una sola copia (heterocigosis, una copia anómala y otra copia correcta). Y Panos se preguntó: ¿qué les sucede a las personas que son portadoras de estas dos mutaciones en cada uno de estos genes? ¿Existe la posibilidad de que sean diagnosticadas como personas con albinismo?
Pues la respuesta, por sorprendente que parezca, es sí. Desde Mendel sabemos que, para mutaciones recesivas, la configuración de dos copias correctas es indistinguible de la configuración de una copia correcta y una copia mutada. Esta última no es suficiente para mostrar las consecuencias de la mutación y la copia correcta única es suficiente para contrarrestar la otra copia mutada. Sin embargo los datos de Panos dicen lo contrario. Hay un número significativo de personas a las que se les diagnostica clínicamente albinismo y son portadores de mutaciones en dos genes distintos: TYR y OCA2. La genética mendeliana nos diría que esto no es posible. Pero los hechos son incuestionables. La explicación la debemos buscar en el tipo de herencia, que deberíamos dejar de llamar en estos casos como «recesiva» para pasar a denominarla «semidominante» o de dominancia parcial. La combinación de ambas mutaciones, en genes distintos, es capaz de suscitar el desarrollo del albinismo en estas personas. La misma evidencia observada a partir de los datos genéticos de Genomics England la obtuvo Panos al analizar la cohorte independiente de personas con albinismo.
En efecto Sergouniotis demuestra en su último estudio que es posible desarrollar albinismo con dos mutaciones, cada una de ellas en un gen distinto, de los asociados a albinismo. En concreto con los dos genes asociados más frecuentemente con albinismo: TYR y OCA2. Naturalmente esto trastoca el panorama y nos obliga a relajar las interpretaciones y a aceptar que la naturaleza, la biología y, por supuesto, la genética son siempre más complicadas de los que nos parecen. Ni un solo año sin avances en investigación sobre albinismo.
El estudio de Panagiotis I. Sergouniotis ha sido compartido a través del repositorio de preprints medRxiv.