Prisión, multa e inhabilitación de por vida

Por Lluis Montoliu, el 31 diciembre, 2019. Categoría(s): edición genética • ética ✎ 5
El investigador He Jiankui y dos de sus colaboradores han sido condenados a penas de cárcel, multas e inhabilitación profesional. Imagen modificada a partir del vídeo original en YouTube.

Ayer, 30 de diciembre de 2019, supimos, a través de varias noticias publicadas por Xinhuanet, la agencia oficial de noticias china, que el investigador He Jiankui y dos de sus colaboradores habían sido juzgados y condenados por el Tribunal Popular del Distrito de Nanshan en Shenzhen a penas de cárcel, multas económicas e inhabilitación profesional por haber editado genéticamente tres bebés en Shenzhen (China), experimento que conocimos por vez primera a finales de noviembre de 2018, gracias a unos vídeos lanzados en YouTube por el propio He Jiankui.

He Jiankui ha sido condenado a tres años de cárcel, al pago de una multa de 3.000.000 Yuan (equivalente a unos 384.000 Euros), y ha sido inhabilitado de por vida para trabajar en cualquier investigación que involucre embriones humanos, reproducción humano o cualquier otro aspecto de salud humana. Dos de sus colaboradores, Zhang Renli y Qin Jinzhou, también fueron sentenciados, a penas algo menores. Zhang Renli ha sido condenado a dos años de cárcel y al pago de una multa de 1.000.000 Yuan (unos 128.000 Euros). Qin Jinzhou ha sido condenado a 18 meses de cárcel, al pago de una multa de 500.000 Yuan (unos 64.000 Euros) y ha sido suspendido por dos años.  Renli y Jinzhou son embriólogos y fueron los investigadores directamente implicados en la microinyección de los reactivos CRISPR a los embriones humanos y su posterior procesamiento. Jinzhou es el primer autor del manuscrito recientemente conocido en el que He Jiankui pretendió publicar los resultados de su experimento, y también es coautor de un artículo de He Jiankui, publicado inicialmente en The CRISPR Journal y que fue finalmente retirado. Según las últimas noticias de la agencia Xinhuanet fue Zhang Renli quien inyectó los reactivos CRISPR a los embriones humanos en Shenzhen (a pesar de no aparecer incluido en el listado de coautores del manuscrito descubierto) y se los proporcionó a otro médico (sin advertirle del origen ni de la edición genética aplicada sobre los mismos) para que los implantara en varias mujeres. Dos de ellas quedaron embarazadas, dando a luz la primera de ellas en 2018 a las ya conocidas gemelas Lulu y Nana, y, la otra mujer, en 2019, a otra niña, cuya existencia sospechábamos desde finales de noviembre de 2018, cuando el propio He Jiankui advirtió de otro embarazo en curso, del cual no habíamos vuelto a oir hablar hasta conocer esta sentencia. Qin Jinzhou, que también participó en el experimento, parece estar igualmente involucrado en varios intentos anteriores (entre mayo y junio de 2018) de experimentos similares, realizados en Tailandia, con dos parejas, aunque en este caso el experimento no funcionó y ninguna de las dos mujeres quedó embarazada. Zhang Renli aparece como co-primer autor de otro manuscrito de He Jiankui, no publicado pero conocido, en el que se especifica su contribución específica microinyectando los reactivos CRISPR a embriones humanos.

Los tres investigadores han sido condenados por realizar un acto médico ilegalmente, por realizar actos médicos sin poseer la licencia para actuar como tales, violando el artículo 336 de la Ley Penal de la República Popular China que indica que una persona que no haya obtenido la calificación de médico para practicar la medicina legalmente será sentenciada a una pena de prisión de no más de tres años, detención o control, y se le impondrá una multa única. La sentencia indica que He Jiankui y sus colaboradores conspiraron para realizar este experimento ilegal desde 2016.

Los acusados engañaron a sabiendas a las ocho parejas que participaron en el experimento (en las cuales el varón era portador del VIH), desde marzo de 2017, con el objetivo de que tuvieran hijos sin el riesgo de quedar infectados por el virus VIH (sin explicarles que hay procedimientos que evitan el riesgo de infección, por ejemplo, mediante lavado de esperma previo a la fertilización in vitro) informándoles erróneamente que «la tecnología ya estaba madura», que «no había riesgos» y que «los resultados de experimentos anteriores eran seguros», lo cual era todo mentira. La sentencia indica que manipularon y falsificaron la supuesta aprobación que mostraron de un Comité de Ética que había validado el experimento, siendo esta autorización falsa. También indica que conspiraron para adquirir los reactivos CRISPR necesarios fuera de China, reactivos cuyo uso solamente está permitidos para investigación, y que sin embargo usaron para tratamiento y diagnóstico en seres humanos.

La sentencia indica que He Jiankui y sus colaboradores buscaban fama y riqueza, pero que con sus actos alteraron gravemente los procedimientos médicos que aplicaron. He Jiankui y sus colaboradores violaron diversas normas y leyes chinas. De acuerdo con los «Principios rectores de ética de la investigación con células madre embrionarias humanas» publicados por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y el Ministerio de Salud en China en 2003, los blastocistos humanos usados para la investigación no pueden implantarse en el sistema reproductivo de humanos o de cualquier otro animal. La misma norma también estipula claramente que «la manipulación genética de gametos, cigotos y embriones humanos con fines de reproducción está prohibida».

Qi Zhou, un respetado investigador, miembro de la Academia de Ciencias China y prestigioso embriólogo, comentó que los riesgos para la salud en relación a la edición genética deben ser todavía cuidadosamente evaluados. Y que, además, deben tenerse en cuenta los aspectos tecnológicos, sociales y morales, indicando que si los genes humanos editados llegaran a la población el impacto sería irreversible. Qi Zhou sugiere que es necesario mejorar las leyes y regulaciones chinas en este campo, a la vez que incrementar los castigos frente a posibles investigadores que violen estas normas.

Esta sentencia pone punto final a uno de los mayores despropósitos médicos conocidos realizados sobre seres humanos, en el que se cruzaron muchas líneas rojas éticas tanto desde el punto de vista de la investigación como desde el ámbito de la medicina. Ahora solo cabe esperar que esta sentencia ejemplar sirva para que otros investigadores y médicos que pudieran tener la tentación de abordar experimentos similares se lo piensen dos veces antes de hacerlo, para que recapaciten y abandonen estas ideas. Con la tecnología actual de edición genética con las herramientas CRISPR es absolutamente imprudente, irresponsable y éticamente inaceptable (además de ilegal en muchos países, como España, pero también en China como acabamos de comprobar) trasladar a los seres humanos los riesgos ciertos que sabemos están asociados a estos experimentos. Y lo sabemos gracias a todos los experimentos similares realizados con animales de laboratorio, en los cuales es posible asumir estos riesgos con responsabilidad, seleccionando los individuos adecuados y descartando todos los que no se ajustan a las modificaciones genéticas planeadas. Algo que, obviamente, no puede ni debe hacerse con seres humanos.

En España, si algún investigador hubiera tenido la tentación de abordar un experimento similar al realizado por He Jiankui se hubiera enfrentado igualmente a penas de cárcel y de inhabilitación profesional. En nuestro Código Penal actual encontramos los artículos del 159 al 162, incluidos dentro del título V, Delitos relativos a la manipulación genética, introducidos en el Código Penal de 1995 y modificados el 160, 161 y 162 en la LO 15/2003, de 25 de noviembre, que en su redactado actual (última versión 4 de marzo de 2019) adjunto en la imagen a continuación:

Codigo penal actual (4 de marzo de 2019). Delitos relativos a la manipulación genética, artículos 159 al 162.

En este caso, en España, aplicaría el artículo 159.1 que dice: “Serán castigados con la pena de prisión de dos a seis años e inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio de siete a diez años los que, con finalidad distinta a la eliminación o disminución de taras o enfermedades graves, manipulen genes humanos de manera que se altere el genotipo.”, por lo tanto la  condena a la que expondría un investigador que quisiera repetir el experimento de He Jiankui en España sería de 2 a 6 años de cárcel y de 7 a 10 de inhabilitación profesional, unos castigos similares a las penas dictadas en China.

Mis últimas palabras sobre este tema van dirigidas a los tres bebés que sabemos han nacido del desgraciado experimento de He Jiankui y sus colaboradores. Estas tres niñas inocentes son el resultado de sus desmanes y ensoñaciones mesiánicas y, sin tener ninguna culpa, serán las que afrontarán los riesgos de ser mosaicos genéticos, de poseer en sus cuerpos una mezcla de células portadoras de muy diversas mutaciones, en el gen CCR5 y en otras partes del genoma (asociadas a consecuencias imprevisibles, desconocidas) que obligarán a las autoridades chinas a mantener una monitorización médica el resto de sus vidas. A ellas y, si se diera el caso, a sus descendientes, caso de que los tengan. Ellas son las víctimas reales de un experimento que no debió haberse realizado. 

Una versión de este artículo lo publiqué posteriormente en The Conversation el 7 de Enero de 2020.

Podéis escuchar una entrevista que me hizo Luis Quevedo para su Podcast «El Método» donde hablo de este tema, publicada el 9 de Enero de 2020.



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Por Lluis Montoliu, publicado el 31 diciembre, 2019
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