El pasado 24 de enero tuve ocasión de retomar el COLORESTour, mi periplo por el país presentando mi último libro publicado con NextDoor Publishers: Genes de colores, que escribí e ilustró magníficamente Jesús Romero. Tras haberlo lanzado en marzo del año pasado, el COLORESTour ha visitado, entre otras, las ciudades de Granada, Alicante, Madrid, Toledo, Murcia, Palma y Tenerife. Pero faltaba visitar uno de los mayores templos del saber que recoge y reflexiona sobre la evolución de nuestra especie: el Museo de la Evolución Humana en Burgos. Gracias a una amable invitación de Antonio J. Mencía he tenido ocasión de presentar la evolución de nuestra pigmentación, los diversos colores de nuestra piel, nuestro pelo y nuestros ojos en un marco privilegiado, en ese estupendo edificio que es el MEH y ante la presencia de numeroso público, que optaron por acudir a oir hablar de ciencia, en tono divulgativo, en una tarde-noche muy fría de invierno. El vídeo de la presentación de Genes de colores quedó registrado en el canal de YouTube del MEH.
Durante la presentación repasé como ha evolucionado la pigmentación en nuestra piel, desde una más que probable piel oscura en sus inicios hasta el paledicimiento de la misma a medida que nuestros ancestros se desplazaron hacia lugares ubicados más al norte, con mucha menos irradiación solar. En ambas situaciones fueron dos vitaminas las que parecen haber tenido un papel relevante, como fuerza evolutiva, como instrumento de selección natural. En primer lugar, la vitamina B8 (ácido fólico), que necesitamos para un desarrollo embrionario correcto y para nuestra función reproductiva, se degrada fácilmente por los rayos solares. Por lo tanto, aquellos primeros homínidos que oscurecieron la piel, gracias a unas pocas mutaciones en genes de colores, pudieron seguir viviendo en zonas del planeta sometidas a mucha irradiación solar, como se da entre los dos Trópicos de Cáncer y Capricornio. En segundo lugar, la vitamina D, cuya síntesis se completa precisamente mediante la exposición a la radiación ultravioleta del sol, que aporta la energía suficiente para permitir un paso fundamental en la biosíntesis de esta vitamina, que es igualmente indispensable para la vida. Por lo tanto, aquellos homínidos que tornaron su piel más clara, de nuevo gracias a solo una mutación, la que originó los individuos pelirrojos, alterando la función del gen MC1R, que controla el tipo de melanina que se produce, pudieron aprovechar más eficazmente los exiguos rayos solares que brillan en el norte de Europa. Y, de paso, se llevaron unos ojos claros, azulados, y un pelo de coloración fascinante, pelirroja.
La presentación fue muy agradable, así como el coloquio posterior, respondiendo a las preguntas de los asistentes, entre los que se incluían muchos alumnos y profesores de institutos de educación secundaria y de escuelas de formación profesional. Creo que cumplimos con el objetivo de trasladar a los asistentes el absurdo que ha sido siempre cualquier discriminación o injusticia que han padecido las personas por razón de su color de piel. El racismo nunca, nunca ha estado justificado. Tampoco desde la biología. Tampoco desde la genética.
Mi presentación de Genes de colores en el MEH no pudo tener un complemento más especial que la visita del propìo museo que me regaló, de forma personalizada, el propio José María Bermúdez de Castro, alma máter del museo y protagonista de los descubrimientos de fósiles de homínidos ancestrales, que vivieron hace centenares de miles de años, en los actuales yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Ver los fósiles de aquellos primeros humanos que vivieron en Europa, presentados e iluminados magníficamente, y escuchar de boca de José María todo lo mucho que cuentan, todo lo que es posible deducir a partir de esos fragmentos de huesos y de sus útiles rudimentarios, pero efectivos, para cazar y alimentarse, fue un momento inolvidable. Si no habéis tenido ocasión de visitar el MEH os recomiendo muchísimo que lo hagáis. No os decepcionará. Aprenderéis de dónde venimos. Quiénes fueron nuestros ancestros, que se remontan hasta los 500.000-800.000 años atrás.
Recientemente, José María Bermúdez de Castro y María Martinón-Torres, ex-director y directora actual, respectivamente, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) han provocado un pequeño-gran terremoto en su campo al cuestionar, argumentadamente, en una publicación el supuesto origen africano de los seres humanos, que prácticamente todos los expertos dan por confirmado. Una valiente y novedosa interpretación por su parte plantea que bien pudimos derivar de Asia, en particular al Oriente Próximo, a la zona comprendida entre los actuales Israel, Jordania, Irak, Irán y Afganistán. Una propuesta inesperada que sin duda obligará a reevaluar el registro fósil a la luz de la misma.
En definitiva, una velada para recordar, con un intenso frío exterior pero llena de calor humano en la sala del MEH. No puedo estar más satisfecho de haber podido presentar mi libro Genes de colores en tan prestigiosa sede. Muchas gracias a Antonio J. Mencía y José María Bermúdez de Castro por la invitación y la visita al MEH. Quedarán para siempre en mi memoria. Tenéis el vídeo del evento en el canal de YouTube del MEH.